Aquí viene la revolución: todo lo que necesitas es a Ginebras

Ronda de Atocha, siete de la tarde. En el Circo Price queda una hora para el show. Es fácil distinguir a quienes vienen al concierto. El morado les delata: sudaderas, camisetas, chaquetas… No importa la prenda, solo el color.

Ginebras se ha vuelto una banda de referencia para quienes quieren acudir a algo fresco y directo. Diferente. Son un fenómeno en sí mismo. La gente las jalea cuando salen al escenario y no les ha dado tiempo a lanzar el primer acorde. El público las quiere y se encarga de que las cuatro lo sepan.

Introduzcamos a la banda: Magüi a la voz y a a guitarra rítmica, Sandra a la guitarra solista y los coros, Juls a la batería y Raquel al bajo. La típica formación de una banda de rock. Pero ellas son más que eso. Son una banda, al tradicional estilo de la palabra. Empastan a la perfección, son una máquina que funciona engrasada y sin fisuras. Que comience el show.

 
 
 
 
 
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Tras ser telefoneadas por Karavana, las cuatro jóvenes arrancan el show con un himno festivalero: Crystal Fighters. Una canción-anécdota de lo que les ocurre cuando persiguen a Liam Gallagher por los festivales, invitan a sus vecinos de tienda de campaña a unas cervezas y estos… Bueno, pues en vez de agradecerles el gesto, les roban las sillas. ¿Qué no puede ocurrir en un festival?

El concierto no puede arrancar mejor, el público tiene ganas de fiesta y se nota. Manos arriba, gritos y coreos. Estas chicas son un terremoto y sus canciones, himnos prematuros. El primer gran momento del concierto llega con Vintage, una oda a las tiendas de segunda mano de Malasaña. Al acabarla la empastan con 6AM. Esta vez no hay charlotea entre canciones. El movimiento es perfecto. Eso solo lo hacen -bien- las grandes bandas. Y ellas lo son.

Fotografía: @ginebrasbanda

Anuncian que hay una sorpresa. Un invitado o invitada para acompañarlas en una canción. Como si ellas solas no desbordasen el escenario. Pero antes, bien lugar uno de los momentos más emocionantes del concierto. Cuentan que van a cantar un tema que no suelen hacer en directo -vete a saber por qué-, ya que es una noche especial. Se trata de ‘Campos de fresa para siempre’, una oda a los Beatles, grupo enormemente admirado por todas ellas, según nos hace saber Juls, que se levanta de su batería para explicárnoslo. ¿Y quién no? Y cuando menos se lo esperan, todo el público enciende la linterna del móvil y el Price se convierte en un campo de luciérnagas. Las chicas alucinan, la emoción se les ve en la cara. Y ellas sí son de verdad.

Al acabar con el eterno final de ‘Hey Jude’ su himno a los Beatles, aparece el gran invitado de la noche. Lo introducen poco a poco. ¿Delaporte? Han colaborado en una canción. Podría ser. ¿Chica Sobresalto? Cantó su versión de Con Altura en OT. «¡Dani Martín!”, presenta Magüi con emoción al invitado. Las caras de incredulidad se contagian entre el público. ¿Cómo puede ser? El cantante es un fan declarado de Ginebras, y estas parece que le han hecho el favor de su vida. Cantan juntos Paco y Carmela ante la todavía perpleja reacción del público, que se entrega de lleno a este crossover entre la adolescencia de muchos de los que acuden allí y una banda emergente que resulta ya consagrada. Y si es mentira, que me maten.

Magüi y Dani Martín. Fotografía: Guillermo Rodríguez

De aquí en adelante se suceden temas que sacan todo el potencial del público, por si no habían tenido suficiente con lo que había ocurrido hasta ahora. Terminan el concierto con ‘La típica canción’, como no podría ser de otra manera. El público se entrega. Las luces se apagan. 

Pero vuelven. Siempre vuelven. Se marcan un medley repasando las canciones que han tocado durante una hora y media y que han atraído a más de ochocientas personas, como en un ritual. Es un buen colofón para un increíble final no deseado. Pero no hace falta que nos las recuerden. Siempre están ahí. Ginebras.