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Zahara (Úbeda, 1983) ha hecho su obra maestra. PUTA (así, en mayúsculas) es un disco conceptual, una declaración de intenciones y una revolución. Es todo lo que siempre había querido decir. Una historia de redención, de exteriorizar las heridas para que sangren y así se curen.
Con ‘MERICHANE’, Zahara ya adelantaba el título de su disco. Hacía un repaso de su historia musical: “Yo estaba ahí, en las oficinas de Universal, tragando sermones sobre mi gran potencial”. Y también personal: “Yo estaba ahí, dejándole las bragas usadas en el armario, jodiéndole la vida a un extraño”.
PUTA es de esos proyectos 360 que generan un universo con su propio lenguaje, sus códigos, sus iconos y su estética. Este álbum cierra una trilogía compuesta por ‘Santa’, ‘Astronauta’ y ‘PUTA’. Supone un broche de oro que no te deja indiferente, por su sonido y por su historia.
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En ‘joker’ sigue la estela de la salud mental, con una letra que declara el sentido catártico del disco: “Mira, Cayetano, que de mí han abusado y no por eso tengo una excusa para castrarlos, llevo seis putas canciones explicándolo”.
Si algo impacta más que las letras de PUTA, es su producción. Acompañada de su fiel escudero Martí Perarnau -teclista, compositor y productor en la banda habitual de Zahara- con quien además comparte el proyecto ‘Juno’, acarician el tecno con un sonido que nunca habíamos oído de manos de Zahara. Aunque su proyecto anterior, ‘Astronauta’, ya nos acercaba a este tipo de producción de una manera más suave y prudente, sin tanta ambición, más colorido y naive. Aquí desarrollan todo su potencial creando un producto explosivo y rompedor. Oscuro como nunca.
PUTA es una historia que, más que desgranar el comportamiento de la inconsciencia, relata cómo acercarse al acantilado sin querer saltar pero con algo que te empuja por la espalda y que no puedes parar. Visto desde fuera, desde arriba. Irremediablemente. “Nosotros que creímos que éramos irrompibles no escuchamos el tic tac, vivíamos al límite”.